Noches en vela.

Nunca llegué a pensar que el insomnio sería mi fiel amigo, por no decir el más fiel de todos los que he tenido. En mi alma guardo tanto dolor, que en un suspiro se me escapa una lágrima y con ella una decepción; ahora mismo por mis mejillas bajan las cataratas del Niagara así que podrán imaginar cuán grande es mi decepción. 

Intento autoconvencerme de que las decepciones son parte de nuestras vidas, que con ellas crecemos y nos hacemos más fuertes, que nos ayudan a ser más selectivos, pero es solo eso, una técnica para convencerme. 

Ahora bien, saben por qué una decepción duele?, duele porque siempre suelen venir de las personas que más queremos, de esas con las que compartimos risas y lloros, momentos divertidos, momentos de apoyo emocional, vienen de esas personas a las que llamamos mi amor, amigo o hermano. 

Duele, lo sé. Pero todo tiene un proceso, seguro ahora mismo estarás muy dolida, es como si te ardiera el pecho del dolor tan grande que sientes, como si te estuviesen arrancando un pedacito de ti en esa decepción, tranquila, pasará. Te lo prometo, esto pasará, porque llegará un momento que la decepción se transformará en tristeza, y la tristeza evolucionará hasta convertirse en tu cicatriz de aprendizaje, esa cicatriz te recordará que tus ganas de sanar fueron más grandes que tus ganas de rendirte. 


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